El entrenamiento deportivo, a pesar de lo tipificado, se divide en cuatro ámbitos: el entrenamiento físico, el entrenamiento técnico, el descanso/alimentación y la preparación psicológica. De entre todos, quizá el más desconocido sea el último, grave error dado que la gran mayoría de los fracasos deportivos provienen de una mala preparación psicológica y la consiguiente desmotivación del deportista. Es cada vez más común encontrar deportistas que han decidido rendirse ante la incapacidad para poder seguir mejorando y afrontar las competiciones con un mínimo de motivación. Se trata del conocido como síndrome de burnout.
El síndrome de burnout pertenece a los denominados trastornos de ansiedad. Es un estado cuya causa proviene de la naturaleza propia del deporte: la competición. Los deportistas, por la personalidad que nos caracteriza, buscan siempre conseguir los mejores resultados posibles y, como objetivo final, la victoria. Es por ello que, cuando éstos no acompañan buscan las razones y estudian cambios para poder invertir la situación. El problema llega cuando esa situación se vuelve constante…
Entonces, el deportista empieza a preocuparse de los detalles que considera que son desencadenantes de su fracaso. En muchas ocasiones piensa que entrena demasiado poco y, entonces, aumenta excesivamente la carga de trabajo hasta el punto en el que cae en el sobreentrenamiento. El sobreentrenamiento vuelve a reducir su rendimiento y a aumentar su estado de ansiedad ya que ve que sus resultados siguen sin satisfacerle a pesar de entrenar más que antes. Al verse en esta situación y sentirse impotentes, acaban optando por retirarse o por tomarse una temporada sabática.
Por tanto, el síndrome de burnout, según Maslach y Jackson (1981), se podría definir como un síndrome tridimensional caracterizado por agotamiento emocional, despersonalización y reducida realización personal. Entre sus principales síntomas encontramos pérdida de deseo de participar en entrenamientos y competiciones, falta de esmero, baja autoestima, aumento de la ansiedad, uso de sustancias ilegales, agotamiento físico y mental, etc. No obstante, cada sujeto, dada la gran diversidad de mentalidades en la raza humana, puede reflejarlo a través de otros síntomas igual o más graves.
Es por ello que la labor de un buen entrenador es indispensable. Éste, como persona que planifica y controla objetivamente los entrenamientos y resultados, tiene capacidad para detectar los problemas y plantear modificaciones de manera más razonable. Al mismo tiempo, resulta un importante apoyo emocional que motiva y empatiza tanto en los mejores como en los peores momentos.
Diego Martínez GarcíaLcdo. Ciencias de la Actividad Física y el DeporteColaborador de |