La musculatura del cuerpo humano se divide en dos tipos: músculo esquelético y músculo liso y cardiaco. De entre ellos, el primero es el que nos permite el movimiento, mantener la forma y la posición, proteger los tejidos frágiles y generar calor. El músculo esquelético está compuesto, además de otras estructuras, por un gran número de células denominadas fibras musculares.

Las fibras musculares son células alargadas, de gran tamaño y polinucleadas (contienen más de un núcleo). Las fibras están formadas por miles de miofibrillas, las cuales albergan en su interior la unidad funcional del músculo, el sarcómero, que es donde se produce el proceso de contracción. Según la velocidad con la que se contraigan y su fatigabilidad, las fibras pueden ser de tres tipos:

  • Tipo I: Fibras de contracción lenta y poco fatigables.
  • Tipo IIa: Fibras de contracción rápida y medianamente fatigables.
  • Tipo IIx o IIb: Fibras de contracción muy rápida y muy fatigables.

Cada músculo no está compuesto de un solo tipo de fibra, sino que es el resultado de una combinación de todas ellas, que es diferente en cada persona. Así, aquéllas cuyo cuádriceps contenga un alto porcentaje de fibras tipo IIb, podrán hacer esfuerzos más explosivos con ese músculo (por ejemplo, saltarán muy alto) y otras en las que predominen las fibras tipo I soportarán mejor las cargas de mayor volumen (serán mejores en deportes de resistencia).

La distribución del tipo de fibras en la musculatura de cada persona está muy determinada por el factor genético. Mediante el entrenamiento puede modificarse levemente, aunque nunca y bajo ningún concepto podrán cambiarse las fibras de un tipo a otro, es decir, las fibras tipo I nunca podrán ser de tipo II pero si se hace entrenamientos de fuerza explosiva, podrán ganar en potencia y parecerse más a estas últimas.

Así pues, el objetivo del entrenamiento debe ser el equilibrio perfecto entre los tipos de fibra para obtener el mayor rendimiento posible en la disciplina deportiva pertinente. En ciclismo, convendrá tener, evidentemente, un mayor número de fibras tipo I, ya que permitirán mantener un esfuerzo continuado durante más tiempo. No obstante, el factor genético será el que marque el éxito o fracaso del deportista en función del deporte que practique.

Actualmente, el único método para averiguar la distribución de las fibras musculares es a través de una biopsia muscular. Esta operación es muy poco común y consiste en la extracción, mediante distintos procedimientos, de una muestra del músculo para analizarla posteriormente por un microscopio. En teoría, debería ser la prueba que deberían realizarse los deportistas previamente a la elección de un deporte, pero por su dificultad y coste, no se lleva a cabo.

Diego Martínez García

Lcdo. Ciencias de la Actividad Física y del Deporte

Colaborador de |

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Por Monster

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