Son muchas las situaciones en las que encontramos un deportista que, tras algún hecho desafortunado durante una competición, se hunde, sus pérdidas se multiplican y su confianza cae en picado. En la gran mayoría de los casos, su estado físico es adecuado pero no es capaz de aprovecharlo. Suelen tratarse de bajones psicológicos en los que el sujeto pierde la motivación, la autoconfianza, la concentración y muchos otros factores psicológicos que no le permiten rendir al máximo.
Con la finalidad de prevenir estos problemas, existen técnicas de entrenamiento psicológicas que contribuyen a regular los estados emocionales. Una de las más conocidas y empleadas es la aplicación de autodiálogos internos, es decir, conversaciones que el deportista mantiene consigo mismo internamente durante el acto deportivo. En los autodiálogos internos podemos encontrar tres tipos de frases: autoafirmaciones, autoinstrucciones y autorrefuerzos.
Las autoafirmaciones son frases que utiliza el deportista para controlar su estado psicológico recordándose aspectos importantes en momentos de gran relevancia. Es necesario que el deportista realmente se crea sus autoafirmaciones, ya que, si se las repite sin plena convicción, el efecto puede ser negativo. Unos ejemplos serían: “Me han adelantado, pero la carrera es muy larga” o “no me encuentro en mi mejor día, pero puedo rendir lo suficiente para intentar ganar”.
Por otra parte, las autoinstrucciones son “órdenes” que el deportista se emite a sí mismo sobre una acción que debe realizar. Por ejemplo: “Cambia de ritmo… ¡Ahora!” o “traza esta bajada por la izquierda”. En muchas ocasiones, conviene utilizar una autoafirmación acompañada de una autoinstrucción, lo cual ayuda a centrar la atención en los estímulos más determinantes de manera muy efectiva.
Por último, los autorrefuerzos son frases gratificantes que el deportista se dice cuando ejecuta una conducta que debe reforzar. Son frases como “¡bien, eso es!” o “así, eso es, has conseguido hacer la trazada perfecta”.
Todas estas frases es necesario decidirlas previamente a cualquier competición para conocer cuáles son las que verdaderamente tienen un efecto positivo en cada uno y en qué momentos las debe emplear. Incluso interesa ponerlas en práctica en entrenamientos, que pueden ser “en vivo” o en imaginación, porque de esta manera podrá seleccionarlas y detectar cuáles son sus momentos críticos. Esto debería servir para que el deportista aprendiera a aplicarlas en cualquier situación en un futuro, no sólo para las específicas que se han ensayado, y, con ello, intentar controlar las emociones lo mejor posible.
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Diego Martínez García
Lcdo. Ciencias de la Actividad Física y del Deporte
Colaborador de |